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Invertir en cultura: por una Ley de Mecenazgo abierta a micromecenazgos

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Arden las redes sociales desde que el nuevo Ministro de Cultura (y Educación y Deporte), José Ignacio Wert, anunciara esta mañana que será el 2 de febrero cuando saque a relucir la Ley de Mecenazgo, tan ansiada por unos como inquietante para otros. Tras los vaivenes acerca de dar o no continuidad a la Ley Sinde y contentar a los lobbies norteamericanos, cambia ahora el caballo de batalla del Ministerio. ¿Por qué tanto revuelo? Para empezar, supone abrir una vía de financiación casi virgen en el Estado español. Parece que en EE.UU. funciona, allí lo que donas a una organización sin ánimo de lucro revierte positivamente de manera que puedes desgravártelo de los impuestos. La mecánica parece interesante, y se trata de un sistema de democracia directa; tú decides qué quieres apoyar. Pero desde la comparecencia de Wert las dudas acechan, ¿será una ley que establezca incentivos fiscales sólo para los grandes acontecimientos “de excepcional interés público” o para todos los proyectos culturales que tengan interés social?

Basta un repaso no demasiado exhaustivo por otros diarios online para descubrir que el fin de esta Ley no es otro que constatar la apuesta por el modelo anglosajón en cultura, lo hemos debatido anteriormente en este blog. Si no hay recursos, como nos quieren hacer ver, la cultura no iba a ser excepción en este proceso de desarme de la res publica. En sintonía con José Guirao, presidente de La Casa Encendida, pienso que cualquier cambio de modelo – y más cuando se legisla al respecto – ha de acompañarse de un proceso de sensibilización y debate que saque a la luz las ventajas y desventajas de, en este caso, invertir en cultura. ¿Suena utópico? Tal vez, pero cuando las grandes instituciones y los más poderosos patrocinadores se unen y hablan de “favorecer la participación de la sociedad en la cultura” uno ya ha vivido lo suficiente como para seguir dudando de cuanto le rodea. ¿De veras habrá espacio para todos los agentes sociales… o se trata de otra perversión del lenguaje para indicar que será una nueva alternativa de derivar fondos públicos y control mediático hacia el sector privado? Da la sensación de que será una Ley que beneficiará exclusivamente a los grandes patrocinadores. Nunca tuve tantas ganas de sentir que me estaba equivocando.

El micromecenazgo o crowdfunding irrumpe en escena

Llegados a este punto voy a hacer caso a dos de mis asiduas y vamos a hablar sobre crowdfunding con la boca abierta, que nadie nos oye. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros conoce el término, pero por si acaso, apuntaré que el crowdfunding o financiación colectiva supone un modo emergente de financiación e incluso de “mecenazgo digital” en la web 2.0 susceptible de recompensa o contrapartida según el dinero invertido. A pesar de que desde el año pasado la popularidad del término aumentaba en todos los blogs de tecnología, cultura libre y economía social, el concepto deriva del crowdsourcing y tiene en Kickstarter un ejemplo pionero. A mi modo de ver lo más innovador de este sistema es que me permitiría actuar como participante y coproductor de los proyectos culturales que verdaderamente me interesan.

Así es, este sistema disfruta de cierto grado de aceptación porque consigue una nueva forma de asociacionismo cultural creando vínculos entre el consumidor y el fundador o promotor de un proyecto (por eso se llaman proyectos “bottom-up”) hasta forjar una verdadera comunidad y ser un vehículo incontestable de difusión del procomún* y de cualquier otro tipo de proceso de gestión colectiva de recursos. Y aunque puede plantear numerosas suspicacias en su modo de operar (¿Cómo ganarse la confianza de esos fans/microinversores antes siquiera de haber producido la obra? ¿Qué infraestructuras necesito como creador para además, transmitir transparencia y otorgar verdadera democracia al permitir que el público opine y aporte ideas y opiniones a mi obra? ¿Cómo dar visibilidad a mi proyecto?), ahí va un ejemplo que tal vez pueda servir para disipar dudas: desde diciembre de 2011 participo en la iniciativa #bookcamping a través de Goteo.org y desde entonces no han dejado de informarme sobre el estado de la financiación y demás objetivos que se traen entre manos. Transparencia y vértigo desde la Red, no esperaba menos.

Entonces, ¿Micromecenazgo digital contra Ley de Mecenazgo? Esperemos a saber qué ocurre el 2 de febrero. Estamos ante una nueva oportunidad para el sector cultural. Tal es así que si estas iniciativas de crowdfunding viniesen también de la mano de algún tipo de facilidad institucional que garantizase su funcionamiento, gozarían de una aceptación aún más rápida. No en vano, estamos ante un fenómeno que sustituiría también cierta labor casi exclusiva hasta ahora de los bancos y dejaría fluir la voluntad y el empoderamiento del público cuando hablamos de financiación, producción y consumo en el sector cultural. Así que si a esta coyuntura le sumásemos una Ley de Patrocinio y Mecenazgo abierta al público además de a las grandes corporaciones e instituciones consolidadas, ¿no serviría acaso para estimular la confianza en el sector e implicar realmente al usuario -público, consumidor, llamémosle como queramos- ? No sólo estamos ante una nueva propuesta de financiación, sino que parece que además conlleva un cambio de mentalidad.

*Crowdfunding y procomún en la Red

Olivier Schulbaum, de Platoniq, nos habla de crowdfunding para #masacritica y CCCBLab

El crowdfunding como caballo de Troya del procomún, según miembros de Goteo.org para CCCBLab

Periodismo, servicio público y ciudadanía en la Red neutral. Pau Llop en la presentación de Goteo.org. 4/11/2011

Algunas plataformas de crowdfunding en España

Goteo

Verkami

Lanzanos

Injoinet

Fandyu

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Épica en prosa del e-book

comunicación cultural, e-book, industria editorial, innovación, libro, nuevos modelos de negocio

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Empezamos con cifras, comparando los indicadores del mercado estadounidense y el nuestro, que siempre nos ha gustado. Los datos que arrojan los medios de comunicación nos hablan de que en el país americano, el libro electrónico ocupa casi un 20% de la cuota de mercado del sector editorial, y que las ganancias de este nuevo formato van camino de duplicarse con respecto al año pasado. En España apenas llegamos al 3%, y con estos datos uno se pregunta qué es lo que leen en los Estados Unidos o qué es lo que no leemos aquí.

Ironías localistas aparte, nadie negará que al otro lado del Atlántico la tecnología se toma en serio y se incorpora a todos los valores de la esfera cultural. Conscientes de la caída del mercado editorial en todo el mundo ante el avance del ocio visual y de Internet, las librerías tradicionales como Barnes & Noble y las operadoras de telefonía trabajaban desde hace años en adaptar los libros digitales al consumidor a través de una conexión de redes y dispositivos industriales y electrónicos. Tal vez no todo el mundo disponga de un Kindle o un iPad ¿pero quién no tiene un teléfono? Una vez más el mercado y la sociedad anglosajona nos lleva ventaja a la hora de adaptar y flexibilizar los mecanismos de acceso a la tecnología. Mientras desde las instituciones públicas se reducen las ayudas al fomento de la lectura, se me ocurre imaginar que tal vez se esté trabajando antes en frenar la piratería de un sector que todavía no se ha asentado que en promocionar su acercamiento al público. ¿Por qué es tan difícil encontrar cualquier iniciativa española orientada a divulgar las bondades del e-book? En un país donde las leyes del libro electrónico son idénticas a las del libro tradicional y donde aún coletean amargos ecos del debate sobre el precio único y claro, hasta el IVA es igual tanto si has comprado un volumen con páginas como si lo has descargado de donde quieras.

Catálogos de arte, libros-objeto, libros infantiles con sus pop-ups y sus texturas, tal vez las únicas subespecies destinadas a sobrevivir en las estanterías de las librerías y bibliotecas tal y como las conocemos, ¿por qué? Difícilmente estos formatos puede sustituirse por un e-book, luego ¿quién está detrás del erróneo planteamiento de márketing en lo concerniente al libro electrónico? ¿Por qué nos han hecho creer que es un sustituto del libro tradicional? Estamos ante un caso de innovación en la industria editorial, ¿no debiera traer consigo algún valor añadido? Echadle un vistazo a este ejemplo de los Estudios Moonbot del que nos hablan los chicos de Minus Is Better, a ver si la experiencia sería la misma con un libro de los de toda la vida o directamente no sería.

Ayer terminaba la Feria de Francfort 2011 y no es casual que llevara por subtítulo “Rethink, Renew”. En Alemania, el gran káiser tecnológico europeo, proliferan las cooperativas digitales y los acuerdos entre editoriales y libreros, como es el caso de Libreka! Aparentemente en el otro polo nos encontraríamos los casos de los países (muy) en desarrollo. Hace dos años la Feria del Libro de Guadalajara, la más importante en todos los aspectos del mercado hispanohablante, dedicaba su foro internacional de editores a la digitalizacion como un tema del futuro proximo. “Sabemos muy bien que los problemas que tenemos que enfrentar en Mexico son de otro perfil todavia. Estamos aun con la promocion de la lectura y hay muy poco acceso a los iPhone y a las iPads”, planteaba sabiamente David Unger, presidente de la feria. De hecho pienso que la carísima (por el acceso) y también reciente LIBER española no debiera seguir diferente línea argumental.

Una última cuestión para suavizar el drama y animar la batalla por la lectura, ¿qué valoramos más, el acceso a la última novela de nuestro autor o autora favorita o poseer el lustroso volumen para colorear la estantería? A pesar de que mi biblioteca virtual crece a diario con un poco de ficción y mucho texto divulgativo, por ahora sigo siendo leal al papel. Por eso, y a tenor de los últimos enredos empresariales en España, mientras no me lo pongan claro, me adapten aún más el visor o no disponga de todos los títulos que quiera sin ir más lejos, sigo ilusionado con la espera de pasar las páginas con el dedo, doblar las hojas, señalar con lápiz y oler las partículas de papel y tinta que se desprendan de la próxima novela de Tom Spanbauer. Volver a leerle sí que será épico.

Artículos, Bibliografía y recursos en Internet

Great Digital Expectations. The Economist, 10 de Septiembre de 2011

Situación Actual del Libro Electrónico en España. Documento de trabajo Observatorio de la Lectura y el Libro. MCU, Abril de 2011

¿Libro de papel o electrónico? por Mónica Parrilla, de Greenpeace