La biología da respuesta a una de las dudas retóricas más recurrentes de la sabiduría popular: ¿qué vino antes, el huevo o la gallina? Sabemos que huevo es un organismo celular más sencillo, luego tuvo que llegar primero.
¿Y en cultura qué viene antes, el contenedor o el contenido? La polémica cronología del Centro Niemeyer de Avilés nos ayuda a entender una vez más que de nada sirve crear espacios multifuncionales de vanguardia si no están sujetos a una misión bien definida, con programas de contenidos coherentes y con una línea de comunicación clara. Si además incluimos la rapacidad y los inevitables intereses políticos y mediáticos en este cóctel, la insostenibilidad de la propuesta y su fracaso están garantizados.
Hace unos días descubría que los gestores del proyecto, nacido a la vera de la Fundación Principe de Asturias, lidiaban ya en 2007 con una alianza elitista de centros culturales al estilo del G8 en uno de los peores arranques conceptuales de cuantos hemos presenciado en el ámbito de la cultura de los últimos años. En el citado artículo se hacía referencia a la necesidad de “empezar a diseñar una nueva estrategia de marketing cultural” partiendo de la nada, sin tener en cuenta las tradiciones del territorio donde se asienta la institución, como si diera lo mismo que hablemos de Asturias o de Australia. Y así ha sido, puesto que la única constante que se ha repetido a lo largo de la trayectoria del Niemeyer ha sido la de “proyección internacional”, de cero a infinito sin contar hasta tres y empezando la casa por el tejado, tan propio de muchas instituciones españolas. Durante años los medios se hicieron eco de cada visita mediática a las obras del edificio mientras que las quejas ante la falta de información sobre las actividades diarias del Centro apenas tuvieron repercusión. ¿Qué favor hace este derroche de pretenciosidad y dudoso gusto a la imagen del Centro? ¿Cuál es la verdadera finalidad de crear centros culturales de renombre sin antes superar un análisis de demanda potencial, demanda real, y viabilidad a medio plazo? ¿Qué sería prioritario, aceptar la propuesta de un arquitecto estrella (“…un efecto Niemeyer capaz de rivalizar con el efecto Guggenheim.”) o revitalizar un espacio degradado en el entorno de la comarca industrial a través de la cultura? Bilbao trazó un plan integral que contó con el respaldo de la sociedad vasca apostando por un efecto llamada que revertiría positivamente en los ciudadanos, y aunque para muchos los efectos de este cambio siguen siendo discutibles, partieron del largo plazo para trascender la mentalidad colectiva. No ha sido el caso del Principado, cuyos objetivos jamás tuvieron en cuenta la ciudadanía y el territorio.
Durante las últimas semanas de 2011 pudimos ver cómo se sucedían muestras de apoyo más o menos justificadas al proyecto a pesar del descontento de la población, hasta que por fin se confirmaba que el Centro había pasado a manos de la sociedad mercantil pública RECREA. Aún hoy, si alguien observa indicios de un enunciado que resuelva hacia dónde discurrirá su programación y política de comunicación, ruego lo analice, lo contraste y lo difunda con ayuda de la biología si hace falta cuanto antes.
Para Clara y Layla, que esta vez no pudieron venir, y para los otros tres monstruos del Barrio de las Letras que intermitentemente me acompañaron a La Internacional Cuir, celebrada del 15 al 19 de noviembre de 2011.
1º. Lubrícate sin miramientos
Quisiera dar la bienvenida a cuantos no estéis familiarizados con el término cuir porque si ya hay quien no termina de asimilar el concepto LGTB, lo cuir podría resultarle un verdadero problema. Para muchos sigue siendo complejo entender que además de maricas y bolleras contamos con múltiples variedades en el Arca del Género, pero igual que navegáis por Internet encantados con los avances tecnológicos aplicados al área de la comunicación, sin duda comprendéis que la sociedad, el lenguaje, la política y la cultura también avanzan. Y mutan, hibridan, subvierten y contaminan.
2º. Disfruta con todo tu cuerpo
Espero que no sea la última vez que asista a un evento como el del pasado sábado 19 de noviembre en un lugar como el Reina Sofía de Madrid. La guinda y el punto final de la programación de La Internacional Cuir, comisariada por mi admirada Beatriz Preciado, supuso una catártica performance en forma de orgía por la supervivencia en un futuro apocalíptico que se distanciaba de cualquier cita a la que estábamos acostumbrados en las paredes de la insigne institución. El graffitti también entró por la puerta grande y seguimos debatiendo acerca de su legitimidad desde entonces así que guste o no, parece que no sólo los dildos, sino que su uso por parte de minorías tradicionalmente categorizadas como anómalas también están llegando a la academia.
“El cuerpo como espacio de construcción bio-política, como lugar de opresión, pero también como centro de resistencia”. M.H. Bourcier
Me hubiese encantado sacar dos o tres conclusiones que rubricasen lo mucho que se vio y se debatió, cuánto nos reímos y nos peleamos durante estos cuatro días en el Reina Sofía y en Off Limitsentre lo eco-queer y las relaciones postcoloniales y el feminismo postporno a partir de las píldoras en forma de “vídeo-guerrilla” seleccionadas por la Preciado. Pero lo cierto es que no traigo grandes titulares que resuman este ciclo y sí un montón de dudas, sensaciones y demás cirios mentales que vienen a confirmar cuánto me divierto indagando y mezclándome con gente a la que no le gusta categorizarse y que desde muy pequeños sintieron que había vida más allá del pensamiento convencional y heternormativo. ¡Y encima gratis!
Será difícil quedarme con un momento de este ciclo, pero supuso un deleite constatar la visión y la valiente lucha de los grupos y colectivos iberoamericanos como Giuseppe Campuzano, Frau Diamanda o los colombianos Porno Porsi, provocadores y efectivos para hacernos entender qué es lo realmente cuir y transfeminista en territorios más hostiles que el nuestro. Reconozco también que volví a emocionarme recordando a Genesis P-Orridge y Lady Jaye, capaces de hacernos cuestionar los límites del arte, por citar un par de ejemplos de este modo de reimaginar y reapropiarse del ámbito de lo político. Y no penséis que reinó el consenso y que todo fueron sonrisas y actitudes asertivas durante esta Internacional Cuir. Aún así, incluso el reproche aireado en forma de disidencia interna y la contraprogramación propuesta por Jaime del Val, o las alusiones de los diferentes colectivos contribuyeron a enriquecer y animar el ambiente en un clima de verdadero y apasionante diálogo para demostrar que todo este asunto sigue más despierto y conectado que nunca. Creo que fue un privilegio disfrutar de unos días en los que pudimos cuestionar la identidad sexual y de género a partir de diferentes formatos audiovisuales y artísticos, por eso también quiero trasladar mi agradecimiento y anhelar La II Internacional Cuir, venga de donde venga.
3º. ¿Y ahora qué? ¡Indaga, guerrea y vuelve a empezar!
• Para saborear el espíritu de la transgresión en el corazón del movimiento LGTB en Madrid, la Asamblea Popular de Chueca y la Asamblea Transmaricabollo de Sol convocan el Especula Toureste sábado 26 de Noviembre en la misma Plaza de Chueca. Si piensas que el barrio se está privatizando a marchas forzadas de la mano del Ayuntamiento y del colectivo de empresarios de la zona, o si crees que las fiestas del Orgullo han pasado a ser el mejor escaparate para la glotonería política sin que reviertan en ciudadanía, ármate con tu cacerola favorita y acude a la cita.
• Jornada Anoarkista 1.0 el 24 de noviembre, con los detritus de La Internacional Cuir. Tal vez no haya gustado a tod*s pero nadie podrá negar lo mucho que ha dado de sí.
• Y aquí otra convocatoria: Jornadas Transmaribollo también en Madrid para el 29 y 30 de este mes y con muy buena pinta, ojalá alguien se anime a contarnos qué tal.
Excma. Sra. Dña. Ángeles González-Sinde, Ministra de Cultura,
El III Foro de Industrias Culturales que usted misma inauguró hace dos días y que ayer se clausuraba en el MNCARS tenía el fin de estudiar los cambios que están modificando las pautas de producción y consumo cultural en España. Durante este tiempo, empresarios, profesionales y expertos de consumo masivo se reunían y debatían para tratar los nuevos desafíos a los que se enfrentan las industrias culturales. Es interesante destacar que también formaron parte de estas jornadas miembros afines a los principales partidos políticos, que contaban incluso con una mesa propia de debate. En el programa no encontrábamos ninguna mención a la investigación o a la innovación y a las empresas emergentes del sector, sino que todas las mesas y bloques temáticos se plantearon alrededor de las plataformas relacionadas con el espectáculo y las prácticas culturales de consumo tradicional y masivo. En cualquier caso y a partir de la nota media de unos indicadores establecidos por los propios organizadores, el titular del mismo día que daba comienzo el Foro en El País, también presente en el comité organizador del evento, no se hacía esperar: Aprobado por los pelos para la cultura española. ¿Pero por qué?
“Lo que está en peligro es la pervivencia misma de la cultura. Es un asunto de Estado que tiene que ver con el bien común.” Ángeles González-Sinde
Era este alarmista mensaje emitida por usted al abrir el debate lo que me empujaba a escribirle unas líneas. Una vez más y según estas declaraciones corremos el riesgo de caer en la trampa del engaño, del oximorón, y creer que el tejido cultural se sustenta y se nutre únicamente al concepto de Industrias Culturales. ¿Qué es cultura para usted, Ministra? ¿Qué es lo que está en peligro realmente, la cultura o el Ministerio de Cultura? ¿Acaso la cultura parte exclusivamente de las instituciones públicas? ¿Cuál es el papel de los organismos públicos de gestión cultural? Según este juicio da la sensación de que la política cultural pretende definir, vertebrar y poseer la cultura de un país, de una región, de cualquier territorio…¿como en el modelo doctrinal totalitario? Compruebo que hace tiempo que olvidaron los principales valores y el fundamento sobre el que debiera actuar la política cultural: el propio territorio. A partir de aquí usted sabrá que la consulta y la participación serían los estandartes de la ética; el conocimiento de la infraestructura, el consumo y las expectativas constituirían el alimento; y la visión estratégica siempre a largo plazo, el Norte.
Por otra parte pero sin soltar la brújula, me encantaría saber a qué se refiere usted con “bien común” y que lo explicase, tal vez extrajera alguna conclusión reveladora. Me pregunto si todas aquéllas Fundaciones que se vieron favorecidas con el reparto de subvenciones dependientes de su cartera en octubre de este año contribuirán a ese bien común, y en qué medida se fomenta así la cultura en el Estado. ¿Sabrían los participantes de la mesa política de este III Foro de Industrias Culturales contestar esta pregunta? Mientras tanto, llevamos años escuchando que los museos están temblando y no dejamos de ver cómo se inauguran centros de arte contemporáneo que carecen de fondos propios para la producción. No podemos olvidar los espacios independientes, incapaces incluso de crear redes porque seguro que ni el propio Ministerio de Cultura los reconoce. ¿Qué partida se destinó hace menos de un mes a los verdaderos Proyectos Culturales?
La conclusión principal es que la asignatura pendiente sigue siendo la internacionalización, algo que en el ámbito europeo ha sido “un fracaso”.
Esta vez la cita es del propio diario refiriéndose a la internacionalización de la cultura española. Pues bien, ¿qué esperaban si no sabían qué vendían? A mí lo que me extraña es que hayan aprobado, pelos aparte. En cualquier caso estoy impaciente por conocer las conclusiones finales de este III Foro de Industrias Culturales. Seguro que se tratará de algo grande, espero sorprenderme.
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Empezamos con cifras, comparando los indicadores del mercado estadounidense y el nuestro, que siempre nos ha gustado. Los datos que arrojan los medios de comunicación nos hablan de que en el país americano, el libro electrónico ocupa casi un 20% de la cuota de mercado del sector editorial, y que las ganancias de este nuevo formato van camino de duplicarse con respecto al año pasado. En España apenas llegamos al 3%, y con estos datos uno se pregunta qué es lo que leen en los Estados Unidos o qué es lo que no leemos aquí.
Ironías localistas aparte, nadie negará que al otro lado del Atlántico la tecnología se toma en serio y se incorpora a todos los valores de la esfera cultural. Conscientes de la caída del mercado editorial en todo el mundo ante el avance del ocio visual y de Internet, las librerías tradicionales como Barnes & Noble y las operadoras de telefonía trabajaban desde hace años en adaptar los libros digitales al consumidor a través de una conexión de redes y dispositivos industriales y electrónicos. Tal vez no todo el mundo disponga de un Kindle o un iPad ¿pero quién no tiene un teléfono? Una vez más el mercado y la sociedad anglosajona nos lleva ventaja a la hora de adaptar y flexibilizar los mecanismos de acceso a la tecnología. Mientras desde las instituciones públicas se reducen las ayudas al fomento de la lectura, se me ocurre imaginar que tal vez se esté trabajando antes en frenar la piratería de un sector que todavía no se ha asentado que en promocionar su acercamiento al público. ¿Por qué es tan difícil encontrar cualquier iniciativa española orientada a divulgar las bondades del e-book? En un país donde las leyes del libro electrónico son idénticas a las del libro tradicional y donde aún coletean amargos ecos del debate sobre el precio único y claro, hasta el IVA es igual tanto si has comprado un volumen con páginas como si lo has descargado de donde quieras.
Catálogos de arte, libros-objeto, libros infantiles con sus pop-ups y sus texturas, tal vez las únicas subespecies destinadas a sobrevivir en las estanterías de las librerías y bibliotecas tal y como las conocemos, ¿por qué? Difícilmente estos formatos puede sustituirse por un e-book, luego ¿quién está detrás del erróneo planteamiento de márketing en lo concerniente al libro electrónico? ¿Por qué nos han hecho creer que es un sustituto del libro tradicional? Estamos ante un caso de innovación en la industria editorial, ¿no debiera traer consigo algún valor añadido? Echadle un vistazo a este ejemplo de los Estudios Moonbot del que nos hablan los chicos de Minus Is Better, a ver si la experiencia sería la misma con un libro de los de toda la vida o directamente no sería.
Ayer terminaba la Feria de Francfort 2011 y no es casual que llevara por subtítulo “Rethink, Renew”. En Alemania, el gran káiser tecnológico europeo, proliferan las cooperativas digitales y los acuerdos entre editoriales y libreros, como es el caso de Libreka! Aparentemente en el otro polo nos encontraríamos los casos de los países (muy) en desarrollo. Hace dos años la Feria del Libro de Guadalajara, la más importante en todos los aspectos del mercado hispanohablante, dedicaba su foro internacional de editores a la digitalizacion como un tema del futuro proximo. “Sabemos muy bien que los problemas que tenemos que enfrentar en Mexico son de otro perfil todavia. Estamos aun con la promocion de la lectura y hay muy poco acceso a los iPhone y a las iPads”, planteaba sabiamente David Unger, presidente de la feria. De hecho pienso que la carísima (por el acceso) y también reciente LIBER española no debiera seguir diferente línea argumental.
Una última cuestión para suavizar el drama y animar la batalla por la lectura, ¿qué valoramos más, el acceso a la última novela de nuestro autor o autora favorita o poseer el lustroso volumen para colorear la estantería? A pesar de que mi biblioteca virtual crece a diario con un poco de ficción y mucho texto divulgativo, por ahora sigo siendo leal al papel. Por eso, y a tenor de los últimos enredos empresariales en España, mientras no me lo pongan claro, me adapten aún más el visor o no disponga de todos los títulos que quiera sin ir más lejos, sigo ilusionado con la espera de pasar las páginas con el dedo, doblar las hojas, señalar con lápiz y oler las partículas de papel y tinta que se desprendan de la próxima novela de Tom Spanbauer. Volver a leerle sí que será épico.
Quería aprovechar un tweet de mis contactos publicado hace unos días que coqueteaba con el rumor de la inminente desaparición del Ministerio de Cultura. De resultar cierta la idea y consumarse en un futuro próximo, España dejaría de lado definitivamente el modelo tradicional francés de política cultural en el que el Estado actúa como garante y gestor de sus instituciones, para optar por una visión más anglosajona y por ello más economicista y empresarial de la política, cediendo las “competencias” a las Comunidades Autónomas. Bajo esta aparentemente inofensiva medida subyacería una sutil aunque depredadora estrategia que avalaría las políticas neoliberales de casi todas las autonomías del Estado.
Esto me lleva a posicionarme porque pienso que el objetivo de la política cultural nunca debiera ser el de valorar económicamente sus recursos. Parece que nos hemos acostumbrado a ver cómo se fijan indicadores para explotar la creatividad y las ideas al amparo de los últimos Gobiernos con las leyes y releyes sobre propiedad intelectual o la regulación de la red y otras formas de expresión e información. ¿Tan mal se ha promocionado el propio sector cultural que esos han sido los ámbitos de actuación más sonados? Lo que está claro es que hay a quien no le conviene investigar en las posibilidades del acceso libre a la cultura porque entre otros motivos, seguramente ni las propias autoridades entiendan o sean capaces de defender el propio significado del término a lo largo de la historia y según la disciplina que lo aborde. De todos modos y como apuntaba, me resigno a valorar y categorizar la cultura como un sector económico más, ligado a un mercado “cultural” derivado de la progresiva externalización de competencias públicas. Alarmas aparte, aprovecharé que todavía no ha culminado ningún proceso y como siempre que se cierne la oscuridad, lo importante es entender los por qués y encontrar el modo de apoyar cualquier atisbo de resistencia.
Efectivamente, el primer paso es tomar conciencia de que hoy cualquier discurso sobre cultura y sociedad no puede disociarse del de democracia y política pública. A mi modo de entender, la corriente dominante nos quiere convencer de que no hay tiempo ni recursos para dedicarlo a patrimonio, artes y cualquier otro medio de transmisión cultural o de conocimiento, y de hecho se trata de un ámbito cada vez más alejado de prioridades para propuestas de intervención pública.. como ocurre con la Educación, la Sanidad o el Medioambiente. Y es en este punto donde quiero recoger la idea del procomún(1) y su aplicación a la cultura mediante los Culture Commons a propuesta de Bill Ivey, o a los recursos sociales mediante los Access Commons. El origen de estos términos y su explicación son bien sencillos una vez hemos comprendido y asimilado sus aplicaciones, como la misma Wikipedia o las licencias Creative Commons.
Tal vez convenga recordar que hace ya mucho tiempo que se trabaja en un flujo regenerativo de la obsoleta cadena de producción fordista, y que probablemente las prácticas culturales hayan sido pioneras en abrazar esta transformación. ¿Qué quiere decir esto? Básicamente y además de otras bondades, que vivimos un nuevo paradigma en el que el ciclo consiste en producir, usar y compartir para distribuir más equitativamente costes y beneficios con recursos (¿o derechos?) que nunca debieran ser tratados como meros bienes comerciales. En cualquier caso, el objetivo último siempre sería participar y fomentar una sociedad sostenible a través de las 5 Áreas del Procomún:
1. Food Commons, 2. Energy Commons, 3. Thing Commons
El aire, las hierbas medicinales, la noche, el silencio, el agua, la biodiversidad.. Estas tres áreas del procomún parecen proveer las necesidades vitales desde el punto de vista físiológico del ser humano, entre otras.
4. Culture Commons
Para permitir al ser humano expresarse, comunicarse y hacer uso de la memoria. Resulta interesante descubrir que de aquí surgen las licencias Creative Commons.
5. …y Access Commons
Para permitir el acceso a la medicina, la educación, la libre expresión y los recursos sociales. Encontramos:
Education Commons.En Ruanda encontramos un buen ejemplo.
Centrándonos en estos dos últimos Commons, vemos que coinciden con los ámbitos de los que hablábamos como susceptibles de ser arrebatados, “olvidados” o, directamente, vendidos estos días. Tradicionalmente, en la antigua y categórica pirámide de Maslow, eran los que ocupaban la cumbre del sistema. Parece que alguien sigue creyendo en esta forma de representación y no piensa detenerse hasta ganar la carrera por acaparar la base, su cimiento. Aunque está visto que también los hay quienes han empezado por abajo: ¿a alguien le suena la mercantilización y privatización del Canal de Isabel II de Madrid?
Igual que podemos trabajar con Flickr (un momento… ¿otra empresa privada para gestionar procomún?) o intercambiar diseños arquitectónicos, ilustraciones científicas, software, canciones, blogs, webs y novelas que se adaptan a los parámetros de Creative Commons, también hay quien investiga y lucha por abrir las patentes farmaceúticas, publicar los últimos descubrimientos del genoma humano o dar a conocer los niveles de toxicidad de ciertos medicamentos al margen de los intereses privados. Y ya no hace falta ser un erudito para comprender esta dinámica cuando son ya más de 53 países en los que se adaptan también las licencias CC a las leyes nacionales para promocionar nuevas formas de producir, compartir y distribuir trabajos creativos, ¿sabes si está el tuyo en la lista? Si la información sigue siendo el poder y ha tardado tanto en circular entre nosotros, no estaría de más expandir este horizonte, disfrutarlo y velar por su defensa en caso de que surjan tentáculos reguladores con hambre de latente e insaciable discurso monetario.
(1) Este jueves 29 de septiembre se presentaba 15M.cc en el Laboratorio del Procomún de Medialab-Prado, a cargo de Antonio Lafuente, investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC) en el área de estudios de la ciencia.
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“La mayoría de los monstruos del género de terror son instersticiales y/o contradictorios…” Noel Carroll
Que se lo digan a Buffy, a van Helsing o a Sookie Stackhouse. Podrán inventar todo tipo de artilugios y artimañas para destruirlos pero siempre volverán de la tumba para repoblar nuestras ciudades, nuestras vidas, nuestros sueños…
Quien arriba suscribe tal vez sea uno de los mayores referentes contemporáneos en el ámbito de la filosofía del arte, y es seguro que vuelva a él en algún que otro post dedicado a mi género favorito. Pero lo que me interesa ahora son esas cualidades a las que se refiere y cómo esa impureza y esa transgresión de la naturaleza tanto tiene que ver con otro tipo de seres que habitan con arraigo en los armarios.
La idea no es mía, de lo contrario hubiese sentido la llamada del teclado y me habría hinchado a enumerar referentes, pero me parece un planteamiento tan apasionante que tenía que escribir al menos un post sobre este tema… otra vez. La idea fue de Harry M. Benshoff, quien en 1997 publicaba en Inglaterra “Monsters in the Closet: Homosexuality and the horror film”, volumen que trata de manera casi exclusiva hasta hoy la relación entre monstruos del celuloide y gente de carne y hueso queer. De un modo cronológico y consciente de los avances (y retrocesos) de este movimiento, el autor aporta esta original analogía repasando década a década desde los años clásicos de Hollywood hasta la era posmoderna insistiendo en cómo muchas veces se ha relacionado a los homosexuales con la pedofilia y el crimen en el cine, y cómo se ha llegado a asociar al colectivo con la muerte tras la irrupcion del sida. La conclusión es contundente: de esta manera cualquier miembro LGTB ha podido sentirse aparte, como un monstruo, culpable de enrarecer el ambiente, de romper las normas y alterar el orden social establecido.
¿¡Y cómo es posible, clamarán algunos, que el cine de terror refleje incluso cualquier problemática social de nuestro tiempo!? Pues de la manera más imaginativa y artística posible, aquí tenemos un magnífico ejemplo y espero adentrarme en el mundo de las pesadillas para volver con otros tantos y tan aplastantes como el que nos ocupa. Pero de momento frenaré mi pasión y suministraré datos, fechas, hechos… ¡que tengo a medio Infierno paralizado y a un 15% de la población sin respirar!
Así que vuelvo a Benshoff para revelar el plan de ataque secreto de los monstruos, que os aseguro que lo tienen. Sin olvidar que la sexualidad depende de muchos factores, recalca el autor citando a Freud y a Foucault, el cine, el arte y la literatura de terror han estado ligados al sexo de una u otra manera, y los monstruos han surgido con ánimo de pervertir tanto en el plano sociopolítico como psicosexual la pacífica y aparentemente sana sociedad heteronormativa… Imaginad/recordad a Dracula y su fuerte contenido bisexual liberando a Lucy de sus ataduras victorianas penetrándola con los colmillos, o repasad las inclinaciones lésbicas de Carmilla, de Le Fanu. ¿Alguien negaría la misoginia del Dr Frankenstein y el potente halo autosexual e intersexual que subyace en el aura de su monstruo? ¿Haría falta repasar a Dorian Gray y la dudosa actitud heteronormativa del Dr Jeckyll y Mr Hyde? Pues cada una de esas tendencias pasaron al cine y se adaptaron y evolucionaron según cada época hasta extremarse y brindarnos auténticos mitos (eróticos, sí) de la gran pantalla de manera más o menos evidente. Dudo que nadie reconozca los problemas de identidad sexual de Norman Bates en esos revolucionarios años 60… ¿O acaso pensabáis que los guiños queer de The Rocky Horror Picture Show eran producto de la casualidad? Pasándonos al lado más hardcore del asunto, siempre me han fascinado los cenobitas de Clive Barker, que no son sino el mejor reflejo de una noche por locales de s&m, bondage y demás delicias carnales al otro lado del río Styx. De hecho Pinhead sigue siendo un sex symbol. ¿Queréis que hablemos del vampiro Lestat? ¿Y quién me resuelve las infinitas perversiones sexuales que vemos en cada película de David Cronenberg? ¡Cuántos misterios! Benshoff ofrece ejemplos a paladas e indaga en cada uno de ellos sin dejar de establecer analogías con la historia más reciente del colectivo LGTB. Lo asombroso es que es realmente nadie está a salvo de convertirse o caer en las garras de un monstruo, y lo realmente inquietante es que hay quien piensa que se puede hacer algo para remediarlo.
Ha llovido mucho, y también en el cine y la televisión, desde 1997. Me encantaría saber qué pensaría Benshoff sobre Alta Tensión (2003), Hellbent (2004) o la reveladora True Blood de HBO y lo que viene llamándose Queer Horror desde hace unos años, porque pasando por alto la revitalización del pulp, la serie B y todo lo bizarro, él fue el primero en sacar este tema a la luz. Seguro que lo estará pasando en grande, dentro o fuera del armario.
“Indeed, the frequent resort to referring to monsters by means of pronouns like “It” and “Them” suggest that these creatures are not classifiable according to our standing categories.” Carroll
Cae la noche y me permito retomar algún tema autocensurado previamente. Al igual que vimos hace poco en District 9 (Neil Bloomkampf, 2009) en un código más de ciencia-ficción cómo se establecía la misma analogía pero en términos raciales hablando de “minorías” (aquí los zombis no caben) o de colectivos tradicionalmente menos favorecidos, creo que este libro demuestra de manera brillante cómo el cine de terror siempre ha sido un arma infalible para representar la sociedad contemporánea. Estoy seguro de que tal y como están las cosas, si estos seres existieran darían mucho menos miedo (o tal vez no…) del que nos quieren mostrar en la pantalla, y probablemente se unieran formando colectivos en defensa de sus propios derechos. Ahí radica uno de los éxitos de True Blood, pero ya hubo intentos previos: aunque haya envejecido mal, El Club de los Monstruos (Roy Ward Baker, 1981), o la sugerente aunque en mi opinión siempre en contínua necesidad de rehacer Razas de Noche (1990), también de Clive Barker, serían decisivos ejemplos. Así que para qué negar la evidencia una vez demostrado que existen. Ahora hay que darles la oportunidad de reivindicar sus derechos, sabemos que no van a tenerlo fácil.
Bibliografía
• Benshoff H. M., (1997). “Monsters in the Closet: Homosexuality and the Horror Film”. Manchester University Press.
• Filosofía del terror o paradojas del corazón. Noel Carroll. Editorial A. Machado Libros. Colección La Balsa de la Medusa, 2005.
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Son varias los retos que surgen al intentar valorar la política cultural madrileña, y tal vez el más evidente sea superar la falta de transparencia para definir y apostar por un modelo claro. Si a esto le sumamos la particularidad de la realidad política y sociocultural de la ciudad, y la heterogeneidad y atomización de su mercado y sus actores, todavía será más difícil dar con la pista de qué se cuece y qué planes tienen para el ciudadano. A pesar de todo, creo que tanto el desarrollo de su proyección internacional desde los años ochenta (década crucial en la que la cultura comienza a considerarse productora de riqueza antes que valor de derecho ciudadano) y su trayectoria histórica, junto con el innegable sello de la ideología en el poder, los grandes condicionantes que han marcado tradicionalmente las políticas culturales de Madrid.
Para estrenar el blog me gustaría demostrar de una manera breve cómo la toma de decisiones en el ámbito cultural de mi ciudad ha sido más política e ideológica que técnica en la mayoría de los casos. Prometo ser más ameno y abordar aspectos más divertidos y de una manera más breve en un futuro próximo, pero de algún modo necesito empezar con los pies en la tierra. A mis vecinos de Madrid:
A. Modelos de Política Cultural
José Luis Giménez-Frontín estableció tres modelos para definir las políticas culturales urbanas. Os animo a indagar en sus teorías, pero también os adelanto que Madrid encaja muy bien en lo que denominó “Modelo de Fotografía”, ¿a alguien se le ocurre por qué? Resumiendo, se trata de una política cultural de fachada que no fomenta la cultura ni la educación ciudadana y mucho menos el desarrollo local, busca demostrar el cumplimiento de unos objetivos políticos aunque el resultado final resulte irrelevante. Salvo excepciones, la lógica publicitaria se impone a la cultural. Así pues, queda más claro ya: disponen de objetivos políticos pero faltan modelos de política cultural.
Sin embargo y al margen de esa concepción distorsionada y burocrática de la cultura, aparecen también propuestas constituidas como laboratorios de I+D+i en cultura que ofrecen nuevas ideas a desarrollar y compartir. Medialab Prado, Intermediae o Matadero Madrid se engloban en el “Modelo Rotonda”, que establece normas básicas más fluidas para la autorregulación con la mínima intervención del sector público. Y como imaginareis, esto tiene sus pros y sus contras, pero para no extenderme lo dejaré para otro día.
B. Dimensiones de la cultura en Madrid
Sigamos acercándonos y clasificando la política cultural madrileña. ¿Cómo se manifiesta en la segunda década del siglo XXI?
1. Por fomentar la cultura de masas propia de la aculturización globalizadora centrada en el espectáculo y, en segundo término, por mantener una alta cultura elitista. Sin entrar a valorar el asunto taurino, la cultura tradicional persiste en barrios sin apenas promoción ni participación pública, o con un calendario de festejos antediluviano.
2. No es coincidencia que cobre fuerza la homogeneización cultural y se olvide la identidad cultural común y la cultura tradicional o, lo que resulta más importante, la diversidad sociocultural propia de la capital de un país postindustrial.
3. Énfasis en el ámbito sensorial frente al espiritual o el intelectual, aunque sin abandonarlos completamente. Salvo excepciones, prima la presentación sobre el contenido.
4. Por derivación del apartado anterior, Madrid basa su cultura en un mayor número de expresiones artísticas que humanistas o científicas.
Ya estáis pensando en las dimensiones de la cultura de vuestra propia ciudad, ahí os quiero ver.
C. Campos de Intervención Pública: equidad, sostenibilidad y viabilidad
Seré breve:
• Equidad
“La diversidad es un elemento constitutivo de cultura, no un elemento añadido.” Colin Mercer
Con todo, pienso que la política cultural madrileña se aleja de cualquier criterio básico de desarrollo social: propuestas como impulsar actividades culturales en los barrios para re-equilibrar la geografía participativa (hasta hace poco tarea exclusiva de asociaciones y ONG), recuperar y reinventar las fiestas populares como mecanismos de dinamización comunitaria (se fomentan sólo algunas fiestas de cierta repercusión nacional e internacional… con criterios mayoritariamente financieros, por no hablar de las citas puramente religiosas) y la revitalización de espacios para la convivencia (plazas, fuentes, mobiliario urbano) no se llevan a cabo con criterios equitativos. La ausencia de Madrid en la Agenda 21 De La Cultura sería un buen indicador del nivel de implicación de las autoridades con la ciudadanía.
• Sostenibilidad
La planificación en cultura del Ayuntamiento de Madrid no ha pasado hasta ahora por crear un mapa de los recursos culturales de la ciudad, y las ideas que se transmiten para potenciar su papel en la vitalidad urbana suelen resultar arcaicas. El Ayuntamiento carece de un plan estratégico de Cultura a largo plazo y tampoco cuenta con un Consejo de participación porque siempre ha estado condicionada por intereses electorales y partidistas (Madrid2016, 2020… incapaces de revertir en cultura). Por esto escasean los proyectos sostenibles y comunitarios.
• Viabilidad
¿Advertís signos de cooperación entre los departamentos de desarrollo económico y de cultura? Yo no. De hecho, los presupuestos municipales de cultura van dirigidos a actos centrales, casi nunca hacia barrios en parte debido a la actual descoordinación de las políticas culturales de las tres Administraciones. Tampoco destaca la consideración hacia el contexto empresarial y laboral de los agentes en el ámbito cultural, pero sí hay signos de un proceso carente de propuestas de crecimiento de la industria mientras se reducen actividades y personal para la gestión directa como dinamizadores, bibliotecarios, gestores culturales…
Después de todo, creo que Madrid es una ciudad moderna abierta al neoliberalismo también en su política cultural sin el más mínimo remilgo. Y como no estamos en tiempos de tibieza moral, soy de los que agradecen el enérgico posicionamiento de sus políticos y técnicos administrativos para tomar medidas y conocer el por qué de cuantos problemas se plantean.
D. Apuntes sobre la financiación del Ayuntamiento de Madrid
Como ya adelantaba, me gustaría profundizar en este tema en lo sucesivo. En cualquier caso, es de sobra conocido el grave endeudamiento financiero del Ayuntamiento de Madrid, y esta situación obliga a buscar modelos sostenibles en el ámbito cultural que fomenten un modelo municipal autofinanciado, de gestión comunitaria y de dinamización cultural que ajuste presupuestos y se complemente por el apoyo a la industria cultural madrileña, incluso en terrenos tradicionalmente “vetados” a la cultura. Otro día escribiré sobre emprendizajes en cultura, pero si nos ceñimos a las instituciones públicas, parece urgente un Pacto Local que aporte estabilidad financiera para el municipio y se desvincule de la firma de convenios que cofinancien las competencias de la Administración regional. De lo contrario el endeudamiento municipal continuará asfixiando las programaciones culturales.